martes, 25 de octubre de 2011

Verborrágicos 2

¡Otra vez en el mismo lugar!
Este tren del diablo que nunca te deja llegar a donde querés ir, que decide por vos, tu tiempos, tu destino…
Y sin ningún alma a quien hablarle. Sólo un montón de fierros sin oído.
Ah! Qué sé yo por qué me jode tanto.
A lo mejor porque me obliga a pensar, a mirar por las ventanillas… las que miran hacia afuera, y las que miran hacia adentro…
Y la verdad… ¿por qué me apuro tanto? Si en algún momento voy a llegar.
El lugar de destino no se va a mover a otro lado, no se va a escapar… ¿o sí?…
Bueno… ya arrancó. A olvidarse de pensar por un rato.

lunes, 24 de octubre de 2011

Verborrágicos 1


Y de repente, no sé qué pasó, pero se hizo de día… y escribí. 
Escribí hasta el cansancio y mi cabeza no podía parar.
Él me dijo que tenía que escribir todo lo que pensara, 
que a lo mejor algún día alguien lo leía y, con suerte, le sería útil también a ese alguien.
Para mí que es para mantenerme ocupada que me lo dice, 
pero resulta que, a medida que voy escribiendo, se me vuelven livianas las ideas, 
como si liberara memoria en la compu, ¿viste? 

Guadalupe

Momentos compartidos 
con gente que quiero mucho...

Alma tranquila...

Alma tranquila, cortos enojos,
sonrisas francas,
largos momentos silenciosos.
          Cielos repletos de nubes blancas,
          tardes de mate hasta lavarse, 
          aún sin palabras.
                    Alma tranquila, alma serena
                    y un corazón tan grande
                    siempre a la espera.
Como un remanso en la tormenta
como un abrazo tan caluroso de un quitapenas.
          Quién ha de oírte, alma serena?
          cuando la noche traiga el fantasma de la tristeza.

         

jueves, 6 de octubre de 2011

y bajé dudando nomás...



Yo la vi en el subte, con esos faroles verdes llenos de lagañas y un chupetín gigante, de color azul, que casi no entraba en su diminuta boca.
Sus hermanos, o los que iban con ella, se peleaban a ver quién debía “pregonar” en el vagón, mientras discutían por quién se quedaba un ratito con el chupetín azul.
Se sentó cerquita mío y la saludé con la mano, sólo atinó a mirarme, entre sorprendida y desinteresada. Dio media vuelta… y se fue con sus compañeros de ruta, que recolectaban los logros de un no muy buen pregón.
Y en ese momento fue cuando me di cuenta de que se me empañaba la vista… por una milésima de segundo pensé en esas lagañas, las ropas sucias, el pelo desprolijo y corto, al menos en lo que a mí me parecía para una niña tan bonita, y la imaginé jugando en el verde del fondo… sí, la imaginé corriendo detrás de los perros, que desesperados también corrían queriendo escapar a sus manos y poner a salvo sus colas y pelos.
Y fue una milésima de segundo, nada más… y alcanzó para poner en duda el optimismo, los deseos, los colores. Todo.
Y me bajé dudando nomás…