¡Otra vez en el mismo lugar!
Este tren del diablo que nunca te deja llegar a donde querés ir, que decide por vos, tu tiempos, tu destino…
Y sin ningún alma a quien hablarle. Sólo un montón de fierros sin oído.
Ah! Qué sé yo por qué me jode tanto.
A lo mejor porque me obliga a pensar, a mirar por las ventanillas… las que miran hacia afuera, y las que miran hacia adentro…
Y la verdad… ¿por qué me apuro tanto? Si en algún momento voy a llegar.
El lugar de destino no se va a mover a otro lado, no se va a escapar… ¿o sí?…
Bueno… ya arrancó. A olvidarse de pensar por un rato.